martes, 14 de junio de 2011

LA DAMA VESTIDA DE BLANCO

Tarde otoñal, aun así rosas brillan de alegría, con la delicadeza que solo riegan los ángeles,
cada resplandor de su amor inocente, cautiva a los corazones que lloran pasión,
dándole una bella esperanza de amor. Y al entrar la noche, el canto de las aves,
en su última melodía me aprisiona en un sueño, tan hermoso, que me arrastra a soñarla.

A lo lejos vi aparecer a una dama, tan perfecta como un ángel que baja de los cielos. Su hermosura era tan brillante como los rayos del sol, sus labios, rojos, como una rosa roja, se viste de blanco como la nieve, su escalera era una nube. En cada paso que ella daba resurgían las flores con la palidez de su puro color.

De mis ojos caían lágrimas, porque con cada uno de sus movimientos, eran como en mis sueños, perfecto como un atardecer frente al mar, tome fuerzas para acercarme a ella, mis pies no podían caminar, temblaban como la primera vez que empecé a caminar, ella empezó a cantar una melodía que siempre alegra mi corazón, que ayer lloraba lagrimas de amores mutilados.

De pronto, en el cielo nubes se ciernen como un manto y se exhiben unicornios tan brillantes como mi blanca dama. El mar azul se despliega dejando salir sirenas, entonando melodías cuyos cantos logran elevarme por los cielos, con su dulce voz me dijo ¡amor mío te estuve buscando!, te espere tanto tiempo y hoy apareces.

Ahora, vida, como un gorrión que vuela hacia su nido, por fin llegaste a mi, ¡te quiero amor de mis sueños!. Mis ojos brillan como el reflejo de aguas diáfanas, la tomé en mis brazos, me besó con sabor al acaramelado néctar de las rosas, los unicornios nos extendieron sus alas como diciéndonos suban, volamos en ellos como dos aves, nos llevaron a un jardín tan magnífico, donde solo éramos ella y yo, un jardín donde ya no hay desamor, melancolía, ni mucho menos temor, tan solamente existía el amor intenso y puro que sentimos los dos.           

No hay comentarios:

Publicar un comentario